Sin duda viajar nos provoca sensaciones gratas y placenteras, y vale la pena experimentarlas lo más a menudo posible. Ya sea a la playa o a la montaña, los destinos cuentan con infinidad de atractivos que nos cambian la vida de distintas maneras.

Acabamos con la rutina 

Sean cual sean nuestras actividades cotidianas, es normal que se vuelvan monótonas y deseemos escapar del tedio. Y una de las mejores maneras de hacerlo es planear un viaje descubriendo destinos interesantes para realizar otro tipo de actividades que en el lugar donde vives son imposibles de realizar.

Abrimos nuestra mente 

Desde pequeños, el impulso de explorar y descubrir cosas nuevas nos mantiene expectantes. Ese impulso  debe permanecer despierto a lo largo de toda nuestra vida y viajar es una de las mejores maneras para hacerlo. Nos permite abrir nuestra mente y hacernos más empáticos y tolerantes con nuestro entorno.

Nos conocemos a nosotros mismos

Al hacer un viaje no sólo entramos en contacto con el lugar sino que realizamos un viaje interior y entramos en comunicación con la esencia de nosotros mismos.

Aprendemos cosas nuevas

Durante unas enriquecedoras vacaciones vivimos nuevas experiencias y descubrimos nuevas formas de pensar, chocamos nuestras creencias y maneras de ver el mundo con las de otras personas. Nos cuestionamos y replanteamos paradigmas para experimentar nuevos sentimientos y poder disfrutar plenamente de todo lo que nos rodea.

Perdemos el miedo 

En nuestra vida cotidiana transitamos por caminos seguros y confiados, pero en cuanto estamos lejos de nuestro entorno apacible la incertidumbre se hace presa de nosotros. Enfrentar lo desconocido y aprender a vivir con ello nos hace superar muchos de nuestros miedos e inseguridades.

Nos volvemos eficientes al viajar

Viajar incrementa nuestra capacidad de buscar soluciones ante cualquier problema. Ya que convivir con una cultura ajena por un tiempo implica desafíos, ya sean dificultades de comunicación como con situaciones desfavorables para nosotros.

Valoramos lo que tenemos 

Estando en casa gozamos de ciertas comodidades que muchas veces no valoramos. Al irnos lejos apreciamos más esas comodidades y a nuestros seres queridos.

Aumentamos nuestro círculo de amistades

Si viajamos solos nos veremos envueltos en situaciones donde tendremos que vencer la timidez e iniciar conversaciones dejando a un lado la duda y el miedo al rechazo. Así aumentaremos nuestros contactos y amistades.

Descubrimos nuevos sabores

Todos los destinos tienen propuestas gastronómicas variadas.

Nos enriquecemos como personas 

No cabe duda que viajar nos hace más interesantes porque acumulamos diferentes experiencias de lugares desconocidos para muchos. Así seremos una fuente inagotable de historias y anécdotas que surgirán de forma natural en nuestras conversaciones.

Fuente: Psicología y Mente