Valentin Louis Georges Euègene Marcel Proust fue, entre otras cosas, un novelista, ensayista y crítico francés cuya obra maestra es la novela En busca del tiempo perdido.

De título original en francés, À la recherche du temps perdu, está compuesta por siete partes, las cuales fueron publicadas entre 1913 y 1927.

Dicha obra está posicionada en la cúspide de la literatura universal, ya que ha influido a la filosofía, la teoría del arte y otras disciplinas.

A través de una labor de introspección, tratando de recordar su pasado, buscó retratar su vida mediante un estilo onírico.

Cabe señalar que Proust fue un niño demasiado protegido, debido a que su salud era muy frágil. Esto se manifestó a lo largo de toda su vida, generalmente, con ataques de asma. Murió a los cincuenta y un años.

“En busca del tiempo perdido” está posicionada en la cúspide de la literatura universal, ha influido a la filosofía, la teoría del arte y otras disciplinas

A continuación dejamos algunas de sus frases más representativas, encontradas a lo largo y ancho de su literatura. Son reflexiones sobre la vida y los asuntos importantes que le conciernen.

  • La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas del espíritu.
  • Sólo se ama lo que no se posee totalmente.
  • La adolescencia es la única época en la que he aprendido algo.
  • La sabiduría no nos viene dada, sino que debemos descubrirla por nosotros mismos, después de un viaje que nadie puede ahorrarnos o hacer por nosotros.
  • El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir.
  • Los recuerdos comunes son a veces los más pacificadores.
  • Dejemos las mujeres bonitas a los hombres sin imaginación.
  • Cuando nos vemos al borde del abismo y parece que Dios nos ha abandonado, ya no vacilamos en esperar de él un milagro.
  • A partir de cierta edad hacemos como que no nos importan las cosas que más deseamos.
  • A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear.
  • Mentimos toda la vida incluso, o sobre todo o tal vez sólo, a quienes nos aman.
  • Vale más soñar la vida propia que vivirla, aunque vivirla es también soñarla.

“En busca del tiempo perdido” es una obra compuesta por siete partes, publicadas entre 1913 y 1927

  • El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.
  • Resulta asombrosa la poca imaginación de los celos, que pasan el tiempo haciendo suposiciones falsas, cuando de lo que se trata es de descubrir la verdad.
  • La felicidad en el amor no es un estado normal.
  • A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas.
  • La ambición embriaga más que la gloria.
  • El amor es el espacio y el tiempo medido por el corazón.
  • Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios.
  • Los celos no son corrientemente más que una inquieta tiranía aplicada a los asuntos del amor.
  • La verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos.
  • Los vínculos que nos unen a una persona resultan santificados cuando se pone en el mismo punto de vista que nosotros para juzgar una de nuestras tareas.
  • Cada beso llama otro beso. ¡Con qué naturalidad nacen los besos en esos tiempos primeros del amor! Acuden apretándose unos contra otros; y tan difícil sería cortar los besos que se dan en una hora, como las flores de un campo en el mes de mayo.
  • Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido el querer evocarlo, e inútiles todos los afanes de nuestra inteligencia.