Los coches eléctricos no emiten gases contaminantes, no hacen ruido, tienen menor costo de mantenimiento y muchos privilegios en circulación y aparcamiento por su etiqueta Cero Emisiones.
Asimismo, son aquellos que están impulsados por un motor alimentado por una fuente de energía eléctrica que, posteriormente, se transforma en energía cinética.
En la actualidad, la tecnología que más implantación tiene es la de las baterías de iones de litio, aunque existen otros tipos.
Los elementos principales de un coche eléctrico son el motor, el puerto de carga (es decir, por donde recibe la electricidad del exterior), los transformadores (que convierten la electricidad recibida en la tensión y el amperaje óptimos para el sistema de recarga), las baterías y los controladores (cuyo papel principal es el de regular la energía que recibe o recarga el motor).
Los vehículos eléctricos, que funcionan gracias a un motor alimentado por una fuente de energía eléctrica que se transforma en energía cinética, se clasifican en:
Los basados en baterías (BEV), los que apuestan por las pilas de combustible (FCEV) y los que poseen una batería extendida (EREV). En cualquier caso, los más extendidos y con una mayor comercialización son los primeros.
A pesar de que pueda parecer que su origen está mucho más pegado a la época actual, el coche eléctrico no tardará en cumplir, en pocos años, los dos siglos de vida. De la mano del inventor escocés Robert Anderson, el primer vehículo de estas características vio la luz alrededor de 1830, es decir, antes incluso de que Rudolf Diesel diseñara el motor que lleva su apellido, o de que Karl Friedrich Benz hiciera lo propio con el motor de gasolina, ambos bajo la tecnología de la combustión. De hecho, Anderson no fue el único que, en su generación, trabajó en los coches eléctricos.
A pesar de las muchas ventajas que se habla de los coches eléctricos, en el extremo opuesto, además de su coste económico, aun sensiblemente mayor que el resto de oferta en el mercado actual de automóviles, está, por supuesto, el rendimiento de las baterías, que, entre otros elementos, se ven muy influenciadas por las variaciones de temperatura, en especial, en las condiciones de frío.
Hoy en día, el tamaño y el peso de las baterías determinan, en gran medida, el diseño y la autonomía de los coches eléctricos.
Hay que sumar dos puntos más: las baterías eléctricas tienen fecha de caducidad y es necesario sustituirlas con el tiempo, y que, cuantos más vehículos eléctricos haya en el mercado, se producirá un aumento de la demanda de electricidad proveniente de microgeneradores o de centrales eléctricas, lo que significa, en definitiva, un mayor consumo de recursos naturales.
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