Después de dos años y cinco meses de construcción, este 21 de marzo fue inaugurada la nueva terminal aérea de México: el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) nombre de un militar revolucionario mexicano, ubicado a 45 kilómetros del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
El AIFA es polémico de origen, ya que el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó decisión, sometida a consulta popular, de cancelar la construcción de otro aeropuerto en la zona de Texcoco, Estado de México, llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) que ya tenía un 30% de avance y que era proyecto insignia de la administración federal anterior, del priista Enrique Peña Nieto (2012-2018). Sin embargo, esta obra se vio involucrada en sobrecostos y corrupción, por lo que AMLO decidió cancelar dicho proyecto y crear el propio.
El proyecto aeroportuario de Peña Nieto tenía una estimación de costos de 300,000 millones de pesos (más de 147,000 millones de dólares) y en cuyo diseño participó el arquitecto Norman Foster, premio Pritzker en 1999.
La obra del AIFA, en cambio, tuvo un costo de 75,000 millones de pesos (más de 3,670 millones de dólares) y estuvo a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), hecho que fue duramente criticado por la oposición, pero defendido por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La construcción de la nueva terminal aérea generó 162,000 empleos en los más de 800 días de trabajo. Por parte de la Sedena participaron 195 ingenieros militares, quienes se movilizarán al sur de México para reforzar la construcción del Tren Maya, en la península de Yucatán, una de las obras insignia del actual gobierno, junto con el propio AIFA, la construcción de una refinería de petróleo en el sur de México y un corredor interoceánico, también en el sur del país.
El presidente prometió desde su campaña electoral que, si ganaba las elecciones, haría una consulta pública para saber si la ciudadanía quería o no que cancelara el proyecto aeroportuario de Peña Nieto, acción que realizó y cuyo resultado fue un “sí a la cancelación”.
El mandatario señaló en múltiples ocasiones que el proyecto de su antecesor estaba manchado de corrupción por el alto costo que tendría y porque implicaba cerrar el actual aeropuerto de la Ciudad de México y los terrenos convertirlos en un desarrollo inmobiliario.
Este nuevo aeropuerto tendrá capacidad para unos 20,5 millones de usuarios al año y el sistema espera tener capacidad hasta unos 85 millones en varias etapas de construcción que se cumplirán en las próximas tres décadas 2030, 2040 y 2050. ¡Ven a conocerlo!
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