La mayoría de las personas tratan de evitar las situaciones arriesgadas, peligrosas o molestas. Eso sucede, principalmente, porque no apetece afrontar el fracaso.
Sin embargo, evitarlas todo el tiempo será un factor que no aportará nada bueno en el futuro.
No enfrentar este tipo de situaciones evita que se desarrollen herramientas y recursos propios para encarar el fracaso.
Y puede ser así porque, a final de cuentas, uno termina consiguiendo lo que desea sin afrontar todos los matices que esto implica. Plantar cara a las experiencias negativas es algo enriquecedor.
Sin embargo, gestionar la frustración es una tarea nada sencilla. Ya sea para la vida académica, en casa o en cualquier otro rubro.
Para forjarnos como una persona con desarrollo integral es necesario afrontar los errores y aprender de ellos.
Plantar cara a las experiencias negativas es algo enriquecedor
A continuación presentamos algunas recomendaciones para aprender a gestionar mejor el hecho de enfrentarse a los descalabros de la vida.
- Pasar de los fracasos. En lugar de seguir hablando de las metas no cumplidas, lo mejor es comenzar a trabajar en nuevos retos. Cuando las cosas no salen como uno espera, automáticamente, se convierten en una oportunidad de aprendizaje. Lo importante es percatarse dónde ocurrieron esos traspiés para no cometerlos de nuevo.
- Competir no es el objetivo. Que ganar no sea la principal motivación. Al hacerlo así, los valores que se forjan son más positivos y constructivos. Al contrario, si se trata de algún reto en el que se debo competir con alguien, se debe estar preparado para enfrentar el éxito o el fracaso.
- Vivir las propias frustraciones. Al detectar que se está cometiendo un error lo mejor es corregir el sendero. Sin embargo, cuando al final del camino es cuando nos percatamos que eso sucedió, lo mejor es localizar qué se hizo mal y aprender de ello.
- Tener objetivos razonables. Esto no quiere decir que no requieran esfuerzo alguno. Adaptar los retos de acuerdo con las capacidades, pero implicando un reto en ello. Llegar lejos es vital, pero también los es recorrer todo el camino. Si no se logra, lo importante es siempre seguir intentando. No hay que desistir ante la primer dificultad.
Aunque al momento de presentarse dicho obstáculo no sea inmediato el razonamiento, hay que mirarlo después de fresco.
De esta manera se aprecia desde otro punto de vista y los errores son más fáciles de detectar. Lo importante es no dejar que el fracaso consuma nuestros ánimos.