A veces no se sabe tomar decisiones

La toma de decisiones es un aspecto cotidiano de la vida, pueden ser muy simples o muy complejas. Incluso, muchas de ellas se toman de manera casi inconsciente.

Decidir a qué hora se pide el transporte, a qué hora salir de casa, decidir si utilizar ascensor o escaleras. Éstos son algunos ejemplos de decisiones que pasan casi desapercibidas.

Por su parte, las más complejas, las cuales requieren meditación para saber que opción elegir. Dicha situación puede volverse muy difícil si no se ha trabajado la capacidad de atreverse a decidir.

La toma de decisiones implica el desarrollo de varios aspectos de la personalidad propia

Como seres humanos, al momento de tomar decisiones se materializan todas la habilidades, todo el conocimiento y todo lo aprendido.

Se pueden tener valores muy arraigados, tener las nociones de cómo resolver conflictos, pero nada de eso sirve si no se trasladan a la vida diaria. Dicho de otra manera, si no se tiene la capacidad de reconocer a las decisiones adecuadas.

Decidir implica el desarrollo de varios aspectos de la personalidad propia. Entre ellos se encuentra el espíritu crítico, la autoestima, la responsabilidad y la empatía.

Como en muchas actividades cotidianas, todo se va perfeccionando con la práctica. Para ello, el primer paso perder el miedo. Sin embargo, hay algunos aspectos clave a considerar.

  • Cada decisión implica una renuncia. Al tomar una decisión, automáticamente, se está renunciado a todas las otras posibilidades. Eso es algo que se tiene que asimilar siempre.
  • Equivocarse también es una opción. No siempre se pueden tomar buenas decisiones, y que sea buena o mala depende de la perspectiva personal. La vida sigue y por ello es fundamental gestionar la frustración, es decir, reconocer y trabajar los sentimientos que genera el fracaso.
  • Cada decisión tiene sus consecuencias. No importa su magnitud, todas las decisiones producen efectos. Aunque sean desafortunados los resultados, hay que asimilarlos y sobreponerse.
  • No somos las decisiones pasadas. Es importante no relacionar de forma directa la personalidad o identidad propia con decisiones anteriores. Aunque sí forman una parte importante de lo que uno es, el autoestima debe sustentarse en algo más fuerte que eso. Además, siempre se puede mejorar.

Teniendo presente esto, el ejercicio de tomar decisiones no será menos complicado pero sí ayudará a forjar el carácter. Tan sólo hay que recordar la frase de Antoine de Saint-Exupéry, autor del El Principito:

“El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a dónde va”.